Como ovejas, hemos sido colimados

Por: Abel Guelmes Roblejo


En palabras del propio autor: Este es un libro terrible. Y no precisamente por malo, sino todo lo contrario. Ovejas en el colimador[1]  es el libro escrito por el joven escritor tunero, Eduardo Daniel Rosell Herrera, quien obtuvo el premio Mangle Rojo 2023 y fue publicado por Ediciones Áncoras en la Feria internacional del libro de La Habana en 2024. Hecho que sucedió en cuestión de menos de cuatro meses gracias al excelente trabajo de edición, diseño y demás departamentos implicados de dicha editorial pinera. Algo digno de reconocer, sin duda alguna. Además, pueden encontrarlo para descarga gratuita en el blog de Alta Literatura. https:/altaliteratura.wordpress.com/ediciones-alta-literatura/Eduardo-daniel-rosell-herrera

Las Tunas es tierra de poetas. La poesía que he leído y escuchado en esta provincia, no se parece a la de ninguna del resto del país. Ovejas en el colimador no es la excepción. Este es un libro distinto, por así llamarlo. Es un poemario donde cada elemento (incluidas dedicatorias y notas al pie) está escrito en décimas. Pero no las convencionales, sino que está completamente deconstruido. Muchos podrían confundir sus textos como verso libre, por el excelente trabajo del autor de ocultar las rimas siempre que así lo quiso.



 


Este es un libro muy bien pensado desde el momento de su concepción. Es un libro que te invita a pensar. Es un libro arriesgado y necesario ya que revalida género de la décima escrita y la vuelve a colocar en el lugar de honor que le corresponde. No es un secreto que la décima no ha sido lo suficientemente reconocida o valorada tanto por muchos lectores como por escritores. Al igual que géneros como la fantasía y la ciencia ficción, la décima ha sido vista en varios grupos como una poesía menor, de “guajiros”, de campesinos, una camisa de fuerza. Y no hay nada más errado que creerse eso.

Este cuaderno demuestra que esta estrofa poética no crea barreras ni tiene límites; y que se puede utilizar hasta para escribir ensayos literarios, humor, crítica social, dedicatorias, notas y poemas de amor si así se quiere y se tienen las herramientas o el talento para hacerlo.

De ahí que Rosell escribiera este libro tan lleno de homenajes a sus maestros como de irreverencia al universo. Su poesía es transgresora, mordaz, incisiva, rica; nunca en busca de parecerse al resto ni cómoda en lugar alguno. Para esto el autor dividió el libro en tres secciones: Área para colimar autores, Zonas de desechos tóxicos y Otros desperdicios.

El que conoce al Eduardo Rosell sabe que su primer premio literario fue en un concurso de glosas. Quizás por eso esta primera sección, Área para colimar autores, está compuesto por glosas a varios de escritores (a los que llama “sujetos de prueba” como parte de su concepción del libro[2]), que ejercieron algún tipo de influencia en su obra, persona o en su carrera como escritor. Este bien podría ser una especie de homenaje, de tributo a estos autores y a sí mismo. En Área para colimar, el autor dialoga con los sujetos a prueba. Con ellos reflexiona sobre el ser, la vida, las situaciones en que él o ellos pudieron encontrarse. Esta, es posible, que sea la zona más filosófica y respetuosa del libro. Desde luego, esa es la manera en que se debe dialogar con los maestros.

Habiendo cerrado esta sección, nos llega la segunda: Zona de desechos tóxicos. Esta es la dedicada al sujeto lírico/autor. Es la parte más corta del cuaderno, pero más intensa. Es ahí donde se siente libre para soltar todo el “veneno”; esos desechos tóxicos remanentes, luego de tantas y tantas lecturas y el transcurrir de la vida.

Si antes conversaba y escuchaba a los sujetos de prueba como fiel discípulo, ahora se invierten los papeles. Ahora es él quien interpreta, filosofa, denuncia los males sociales y del hombre. Males, incluso, como la guerra que, desde hace muchos años, afecta a Palestina.

En Otros desperdicios, regresa el autor a los sujetos de prueba; pero esta vez, se concentra en las obras literarias que, de un modo u otro, dejaron una huella en él. Rosell nombra a los poemas de esta sección como “Residuos”. Quizás por esa cualidad que nos dejan los buenos textos, de continuar repitiéndose en nuestra mente (tiempo después de haber sido leídos), e ir deconstruyéndose y adentrarse en nuestro ADN hasta transformarse en algo propio.

Entre los residuos/libros colimados en esta sección hallaremos, desde libros inéditos del propio autor, hasta los residuos que dejaron Ovejas en el colimador al ser escrito.

Escribir este libro fue un acto de valentía, una apuesta segura por el futuro. Jorge García Prieto se refirió a Rosell un día como “el futuro de la décima en Cuba”, y no creo que se haya equivocado. Ovejas en el colimador es una prueba fehaciente.

Estos son textos para ser consumidos por lectores de mente abierta, que gustan de escarbar entre las letras. Lectores que no se conforman con un solo nivel de lectura en los poemas. Lectores ávidos de poesía; incluso la que se puede encontrar en los textos más crudos y viscerales.

En este libro vi a un joven escritor que no se contenta solo con escribir un conjunto de poemas y plasmarlos en el papel. Vi a un escritor que ve al libro como un todo, como una obra de arte en toda la magnitud de la palabra. Rosell vio en este libro la oportunidad de jugar con las estructuras y utilizarlas en pos del contenido; de lo que tenía que decir/nos. Por si fuera poco, encontró la manera de homenajear y promover a esos sujetos de prueba, a esos autores que forman parte intrínseca de su obra. Estas ovejas colimadas encontramos desde escritores jóvenes hasta otros ya consagrados, como son Alexander Jiménez, Odalys Leyva, Argel y Junior Fernández. Además, de otros autores como Friedrich Nietzsche y Edmund Husserl, entro otros tantos poetas y escritores.

Este es un libro validador, no solo de la décima y su valor artístico y cultural, como ya decía antes; sino también la confirmación de que está naciendo una estrella, y debemos seguirla de cerca.


  [1] En este caso nos referimos a Colimar, al hecho de poner en la mira, a apuntar.

[2] Los sujetos a prueba son las verdaderas ovejas en el colimador, a las que, en contra de su voluntad, el autor reveló sus nombres. Para más información, leer la nota aclaratoria en el libro.

AHS 16 de abril de 2025
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