Por: Roly Ávalos
Reseña en décimas a La biblioteca de Alexa, de Náthaly Hernández Chávez
Mientras que un huargo devora
a dentelladas la noche
y se desata un derroche
de sangre justo a esa hora
que en el palacio se añora
la paz, mientras el nivel
de violencia se hace cruel
y se travisten las normas
el huargo es un cambiaformas
en sueños de Gamaliel
o de varios personajes
que incumplen ciertos patrones
de sociales convenciones,
y los llevan a parajes
espaciales, a otros viajes:
sus sueños son extraídos,
almacenados, vendidos…
La autora, en tono intimista,
narra un tiempo futurista,
y eclipsa nuestros sentidos.
Como la de Alejandría,
la biblioteca-novela
sueños freudianos desvela
dentro de una distopía
tecnológica. Hidalguía
sobre el estelar paisaje.
Y aplausos para el lenguaje,
voz narrativa madura,
las prendas de una escritura
en su elegante ropaje.
Durante la narración
la realidad es un mito,
de pronto nada está escrito,
todo es giro y confusión.
Adrenalina. ¿Ilusión?
¿Ópera espacial? Diseños
que incluso agregan pequeños
rastros de otra vida anexa.
La biblioteca de Alexa
es un anaquel de sueños.
Un anaquel de sueños