Cosas que arden sobre el pasto

Por: Roly Ávalos


He aquí un título que arde:

versos, versículos, líneas

sinuosas o curvilíneas;

hoguera textual. Alarde

de ausencias. Muere la tarde. 

¿Padre nació serio y mudo?

Madre cría un estornudo:

el poeta abraza el polvo

sin decir: Ego, te absolvo,

y entra en las llamas desnudo.

 

Este poemario quema

en la osamenta, en la calma,

como si cremara el alma,

a fuego lento el poema

cala, repta, en lava rema,

deja en fragmentos la piel.

Una flapper de papel

con los bordes chamuscados

y silencios abrasados

con lágrimas a granel.

 

Versos que de un solo hojeo

hunden hasta la mitad

en hogueras de orfandad.

Ah, maldito Prometeo.

Versos que, con miedo, oteo.

Letras que el tiempo demuele.

El humo a tristeza huele.

¿Es miércoles de ceniza

eternamente? La brisa

arrastra sombras y duele.

 

Silencio, que el fuego asoma.

El miedo es un pozo ciego.

El fuego juega con fuego.

El fuego, como un rizoma,

como una infinita broma

de mal gusto. El fuego casto.

Dentro de un vacío vasto,

como abonos malheridos,

hay recuerdos consumidos,

cosas que arden sobre el pasto.

AHS 9 de agosto de 2025
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