Que cada cual haga su parte

Por: Yoamaris Neptuno Domínguez 


En la institución educativa Abraham Lincoln, en la comunidad del mismo nombre de Artemisa, sus estudiantes y docentes celebraron, de manera especial, el Día Internacional de la Infancia y el Día Mundial del Medio Ambiente. La actividad involucró al Ministerio de Educación, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y la revista Zunzún; con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Cuba.

El colofón de la actividad fue el mini concierto de Lidis Lamorú, quien llegó tras su participación en el Festival Internacional de Artes para las Infancias Corazón Feliz.

Las niñas y los niños recibieron y despidieron a Lidis cantando el tema Don Lagartijo. Visiblemente emocionada por la acogida destacó la importancia de la música con fines educativos, para promover prácticas y hábitos saludables y valores como el cuidado de la naturaleza y subrayó su compromiso con los derechos de las infancias.

La obra de la cantautora ha sido parte del repertorio infantil de varias generaciones a lo largo de sus 32 años de trayectoria artística. En la actividad interpretó canciones que han trascendido no solo por “su tono pegajoso”, también por su carácter educativo, por las reflexiones a las que nos llevan con temas tan importantes como el cuidado de la naturaleza, de la salud, de la prevención. En la canción inicial (Canto alegre) se presentó vestida con una bata cubana con los colores de la enseña nacional que dice mucho de su compromiso, su identidad y la importancia del trabajo con las tradiciones, desde Holguín y hasta Artemisa, llegó con el corazón feliz, tras su participación en el Encuentro Internacional de Artes para las Infancias.

Sabemos que no es la primera vez que estás en una comunidad actuando de corazón para nuestros niños y niñas. ¿Qué significado le reviste Lidis, su carrera, a nuestros niños y niñas?

“Mira, realmente soy martiana por excelencia. Llevo la identidad de mi país muy profunda y en arraigo a la cultura y a las canciones que escribo. Creo en lo que escribo, por eso lo he defendido. Creo en los derechos de las niñas y los niños.

Creo en el arte, que es capaz de edificar almas, en la promoción de las artes en sus diferentes dimensiones. Y creo también en ese compromiso que tiene UNICEF de llegar a cada territorio, a cada institución educacional para ser parte de ese trabajo que se realiza por el cumplimiento de los derechos de las niñas y los niños.

Llegué a esta actividad, así como acabaste de decir, con el corazón feliz, llenita, llenita de amor. Fue un concierto muy lindo, donde pude interactuar con niñas y niños que quizás no tengan la posibilidad de llegar a un teatro mucho más grande; pero nosotros como artistas, nosotros como profesores, como promotores del agua, de la salud, de todo lo que emana del ser humano en esa cotidianidad que es el entorno, tenemos que llegar.

Porque se tiene que educar sobre la base de tu propia cultura. Tienes que enseñar valores, fomentarlos; pero también insistir con tu presencia cuando ellos no pueden llegar al medio. Entonces, con la guitarra estuve, con mi bata cubana que me hizo mi mamá, porque eso identifica a mi país. Me fui contenta con el recibimiento y despedida que me ofrecieron. Ya con esta tercera generación son 32 años de vida artística, ya he rodado medio siglo dedicada, consagrada a las infancias. Por lo tanto, saber que ellos, que son los más pequeñitos, después de tres décadas, se saben mis canciones, las siguen cantando, las siguen tarareando, eso dice mucho del trabajo y me hace permanecer perpetuada en el tiempo y no claudicar jamás, porque me necesitan ellos, pero yo los necesito más.

¿Qué tiempo tiene de escrita la canción que la recibió?

(sonríe) Diecinueve años tiene Don Lagartijo. Los que la estaban cantando ni habían nacido, ni estaban en plan. No pensaban ni nacer. ¿Sabes una cosa? Esa es una canción que es como intergeneracional. Eso se ha ido promoviendo, igual que los temas El Negrito, Naturaleza, Vamos a Jugar; porque los padres se la han enseñado a sus hijos, van creciendo los hijos, entonces tienen otros hijos y se la van enseñando. El pentagrama musical de Cuba cuenta con eso. Además, el Ministerio de Educación tiene desde el 2012, en sus planes de la enseñanza, desde preescolar a noveno grado, mi obra. Y creo que ese consumo permanente, aparte de que cada una tiene una enseñanza, una moraleja, los padres prefieren ir y tocar ese tema. Le he cantado a casi todo, todavía no he escrito la última canción; pero es verdad que las temáticas han sido bastante amplias. Y desde los géneros y ritmos, también he tocado muchos ritmos, porque es importante que el niño, a través de la guitarra, la música (en el caso mío), pues reciba ese valor, reciba ese antivalor también y reciba ese arte, que es capaz de ennoblecer un poquito más, porque si cada cual hace su parte, se logran las cosas. Y bueno, estamos haciendo la nuestra.

Estoy muy agradecida, de verdad, por la invitación, por el respeto y la confianza, depositada en mí por las diferentes instituciones, a mi equipo de trabajo y en especial a la familia. Porque los integrantes de las familias son los que impulsan, los que aprecian, los que abrazan, los que demandan. Van con ellos (los niños y niñas) de la mano a donde se hace una actividad con carácter educativo, pero también artístico, ennoblecedor y que al mismo tiempo sea capaz de ser respetuoso con las infancias. Trabajar para las infancias no es ser un mediocre, trabajar para niñas y niños es, como decía José Martí, elevar el nivel. Porque los niños son los mejores maestros, son los que saben querer. Y cuando ríen los niños, se abren los ojos. Bueno, ya lo decía, soy martiana al ciento por ciento”.

AHS 1 de agosto de 2025
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