“La cultura es algo ordinario” de Raymond Williams

Por:  Lisbeth Lima Hechavarría

El texto “La cultura es algo ordinario”, de Raymond Williams se inscribe en varias corrientes teóricas, podemos mencionar entre ellas el Materialismo Cultural, siendo éste uno de los precursores de la misma al enfatizar su relación con las condiciones materiales de la vida, pues, la cultura se entiende como producto de las estructuras sociales y económicas y no como fenómeno aislado o superior a estos aspectos. Influenciado por la Escuela de Frankfurt y el Marxismo, Williams critica las nociones elitistas de la cultura. Su enfoque busca desmantelar desde la Teoría Crítica las jerarquías culturales y resaltar la importancia de las voces y experiencias de las clases trabajadoras.

En la corriente de los Estudios Culturales, como uno de los fundadores de esta disciplina, aboga por un enfoque interdisciplinario que examine cómo la cultura se produce, se consume y se reproduce en diferentes contextos sociales. Su trabajo sienta las bases para el análisis de la Cultura Popular remarcando su relevancia social. Williams también se alinea con el Constructivismo Social, el cual sostiene que la cultura es construida socialmente, lo que implica que las significaciones culturales son el resultado de interacciones sociales y contextos históricos.

¿Por qué insistió Raymond Williams en la concepción de la cultura como algo ordinario, cuando siempre ha persistido la erudición alrededor del fenómeno para legitimarlo?

Uno de los primeros problemas teóricos que el autor diseccionó en el texto fue el concepto de Cultura, cuestionando las definiciones elitistas del mismo. Propone entonces una concepción más amplia que incluye las prácticas cotidianas donde establece la relación entre cultura y sociedad. Examina cómo está intrínsecamente ligada a las estructuras sociales y económicas, argumentando que no es un fenómeno aislado sino reflejo de las condiciones materiales de los diversos modos de vida. Williams, además, desafía la dicotomía entre cultura popular y la supuesta “alta cultura”, representada por la burguesía y aquellos que entraban en las etiquetas preconcebidas según su estatus. Sugirió que ambas son igualmente válidas resaltando la importancia de la cultura popular cotidiana, o sea, lo ordinario, las rutinas básicas como herramientas para concebir el proceso cultural.

Analizó cómo la cultura cambia con el tiempo y cómo estos cambios están influenciados por factores históricos, sociales y económicos, lo cual implica una visión dinámica y no estática. Explorar conceptos como identidad y poder permitió desentrañar los recovecos en cuanto a la conformación de una cultura identitaria, representativa e inclusiva en relación a los sistemas de dominación imperantes y visualizar que la producción cultural puede ser tanto un medio de resistencia como de opresión.

Raymond Williams introduce varios conceptos claves para entender su perspectiva sobre la Cultura, la cual redefine como un proceso que abarca las prácticas, creencias y experiencias de las personas, todas, no solo en términos de arte y literatura sino también en la vida diaria. De este modo se refiere entonces a Cultura Ordinaria que no es más que la vida cotidiana de las personas, enfatizando que todas las formas de expresión cultural son válidas y significativas. Entre las definiciones de Cultura, Williams distingue diferentes enfoques, incluyendo la “cultura como un arte” (enfoque elitista) y la “cultura como un modo de vida” (Cultura Popular), que resalta su dimensión social y material. Expone cómo ésta contribuye a la formación de identidades individuales y colectivas influenciadas por el poder y las relaciones sociales.

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A manera de estrategia retórica Raymond Williams introduce su clásico ensayo con una viñeta sobre su infancia en Gales y la historia de su familia, para posteriormente comparar la rica cultura heredada de sus antepasados con aquella otra que encuentra en Cambridge. De este modo William ejemplifica cómo una comunidad o sociedad se forja a partir del conjunto de significados y propósitos compartidos que emergen de sus prácticas cotidianas, relaciones sociales, hábitos, costumbres, tipos de trabajo y entretenimiento compartidos. A partir de esta descripción propone entonces que el concepto de cultura tiene dos acepciones, uno determinado por “los modos de vida” y el otro por “las artes, el conocimiento, productos de un tipo de trabajo y creatividad especializada”. Opone estos dos sentidos de cultura al uso que le dan dos grupos sociales dominantes, engordando así los criterios dicotómicos que permitirán una comprensión más holística del proceso cultural. Identifica al primero de los grupos como los comensales del salón de té en Oxford y Cambridge, para quienes la cultura equivale solo a las artes y conocimientos eruditos (alta cultura), la cual debe conservarse de las masas ignorantes. Por otro lado, estaban los buitres, opositores de los bebedores de té, desdeñosos de la denominada alta cultura, profesionales de las industrias culturales que creían en la educación de las masas pretendiendo con ello imponer además su propia cultura.  

En su análisis, Williams discute algunas ideas de Marx y Leavis, dos de sus influencias intelectuales más apreciadas. Del marxismo recupera la idea de que una cultura debe interpretarse a partir del sistema de producción que la sostiene, ya que la burguesía, la clase social con mayor poder, contaba con sus propias instituciones educativas para reproducir su ideología, pero a estas no tenían acceso las masas trabajadoras, aunque eso no significaba que carecieran de cultura ya que contaban con sus propias instituciones, basadas en la buena vecindad, las obligaciones mutuas y el mejoramiento común. Esto resume la idea de que la cultura y la producción están estrechamente vinculadas y que la educación y el acceso a ciertos bienes culturales están restringidos a una clase dominante. No obstante, Williams rechaza una idea del marxismo de su época: el hecho de que el cambio cultural puede encausarse y prescribirse, porque la cultura, en tanto conjunto de significados compartidos colectivamente, se produce al interior de una comunidad cambiante y en respuesta a su experiencia vivida.

En cuanto a la lectura de Leavis sobre el asunto, Williams rechaza su versión de la historia cultural porque ciertamente la industrialización trajo consigo muchos beneficios a todas las clases sociales, amén de que la trabajadora fuese siempre la menos favorecida, incluso propone que es posible emplear los nuevos recursos tecnológicos para fomentar la creación de buena cultura. Este análisis llevó a Raymond a sugerir que es viable alcanzar una era de abundancia económica con una cultura común productiva siempre. Discute dos ideas: la primera es aquella que propone que el precio que se paga por el avance tecnológico y un mayor poder económico es la vulgaridad; a esto añade que esa idea es falsa ya que la vulgaridad es producto de la ignorancia no de la modernización. La segunda idea falsa que analiza es aquella que sostiene que la educación de masas populares es la responsable de la nueva cultura vulgar. Para concluir, William identifica una falsa analogía que sostiene que la mala cultura va a eliminar a la buena. Actualmente, nuestra sociedad maneja, tanto en la academia como en la cultura popular, desde las instituciones más elitistas hasta las denominadas “chusmas”, estos mismos preceptos, argumentando que parece haber más mala cultura porque es más fácil distribuirla y más tiempo libre para consumirla, pero esta mayor visibilidad de la cultura de masas no se refleja en la abolición del consumo de la buena cultura.

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“World of tomorrow” es un corto de animación creado por el cineasta estadounidense Don Hertzfeldt que explora temas de memoria, identidad y futuro a través de la historia de una niña llamada Emily. La trama comienza cuando Emily, en un día normal, recibe un mensaje holográfico de una versión futura de sí misma, quien le revela que vive en un mundo distópico lleno de avances tecnológicos y desafíos emocionales. Esta versión futura de Emily ha sido clonada y experimenta una vida donde los recuerdos pueden ser almacenados y manipulados. A lo largo del corto se presentan visiones futuras que son tan fascinantes como inquietantes, la historia aborda la deshumanización y la pérdida de conexiones auténticas en un mundo dominado por la tecnología. A medida que la conversación entre las dos Emilys avanza, se exploran conceptos sobre el amor, la vida, la muerte y el significado del ser humano. Con un estilo visual experimental y un enfoque reflexivo, este corto invita a los espectadores a contemplar la naturaleza efímera de la vida y la importancia de los recuerdos en la construcción de nuestra identidad.

La relación entre el texto “La cultura es algo ordinario”, de Raymond Williams y el corto de ficción “World of tomorrow” de Don Hertzfeldt se puede establecer a través de varios ejes temáticos. Teniendo en cuenta la cultura como proceso cotidiano, Williams enfatiza que la misma es un proceso dinámico que se manifiesta en la vida diaria, no solo en la denominada “alta cultura”. El corto explora la vida cotidiana desde los personajes en un futuro distópico donde las experiencias humanas y las emociones son centrales. Presenta cómo las interacciones y los recuerdos son fundamentales para la identidad, resonando con la idea de Raymond de que la cultura está arraigada a las experiencias humanas. También está presente la interconexión entre tecnología y cultura; el autor del ensayo argumenta que la cultura no puede separarse de las condiciones sociales y económicas mientras que en el audiovisual la tecnología avanza a un ritmo alarmante que afecta profundamente las relaciones sociales y la percepción del tiempo. Esto refleja cómo los cambios tecnológicos influyen en la cultura y en las experiencias cotidianas, una idea que Williams también aborda al considerar el impacto del contexto material y cultural. La crítica a la deshumanización es un aspecto común en ambos materiales, por su parte en el ensayo se critica la jerarquía cultural y aboga por una inclusión más amplia de voces. En “World of tomorrow” se presenta una crítica a la falta de humanidad provocada por las tecnologías. A medida que los personajes se enfrentan a un futuro donde los recuerdos y las emociones son manipuladas, se plantea una reflexión sobre lo que significa ser humano en un mundo dominado por avances tecnológicos, lo que podría interpretarse como una advertencia sobre las consecuencias de una cultura que prioriza lo artificial sobre lo natural.

Identidad y memoria, otro de los aspectos estrechamente vinculados. Williams sugiere que la cultura está profundamente ligada a la identidad colectiva e individual. En el corto, la protagonista explora su identidad a través de recuerdos y proyecciones de futuro. Esto resuena con la noción del escritor sobre cómo la cultura moldea nuestra comprensión de nosotros mismos y nuestro lugar en el mundo.

Ambas obras ofrecen una reflexión profunda sobre la naturaleza de la cultura y su relación con la experiencia humana. Mientras Williams nos invita a reconsiderar nuestras nociones de cultura, como algo asequible y cotidiano, “World of tomorrow” nos desafía a pensar sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas y relaciones, resaltando la importancia de lo humano en un mundo cada vez más complejo.  


 Bibliografía

Williams, Raymond. “La cultura es algo ordinario”. The Raymond Williams Reader. Blackwell, 2001.

“World of tomorrow”. https://youtube.be/4PUIxEWmsvI?si=IXbh2jCz1mU5MCd_

 

AHS 9 de diciembre de 2024
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